El arte del regate: cómo desmarcarse y superar a los defensas

El regate es una de las habilidades más emocionantes y desafiantes en el fútbol. Un buen regateador puede romper defensas, desatar contraataques y crear oportunidades de gol. Pero más allá del talento innato, el regate se perfecciona a través de la práctica constante y la observación de los movimientos de los defensores.

Técnica básica del regate: control y proximidad del balón

El primer paso para dominar el regate es tener un control total sobre el balón. Mantener la pelota cerca de tus pies te permitirá reaccionar rápidamente ante los movimientos de los defensas y cambiar de dirección con facilidad.


Practica regates en espacios reducidos para mejorar tu capacidad de control bajo presión. Usa conos o compañeros de equipo como defensas ficticias y trabaja en los cambios de dirección rápidos.

Lectura del juego: cuándo y dónde regatear

Uno de los errores más comunes al intentar regatear es hacerlo en situaciones inadecuadas. Es crucial aprender a leer el juego y saber cuándo es el mejor momento para realizar un regate. Intentar driblar en zonas de alta presión o cerca de tu propio arco puede ser peligroso.


Un buen regate suele ser más efectivo cuando estás en el último tercio del campo, en una situación de uno contra uno con el defensor. En estas circunstancias, un regate exitoso puede abrir una clara oportunidad de gol.

Ejercicios para mejorar el regate

Para perfeccionar esta habilidad, necesitas entrenar tanto la agilidad como la toma de decisiones. Los ejercicios de 1 contra 1 son excelentes para mejorar tu capacidad de driblar en situaciones de juego real. Además, incluir ejercicios de cambios de ritmo y dirección te hará más impredecible frente a los defensores.

Consejos para perfeccionar tu regate:

  • Usa fintas y amagues para descolocar al defensor.
  • Alterna entre regates rápidos y cambios de ritmo para confundir a tus oponentes.
  • Práctica en situaciones de juego real para mejorar la toma de decisiones bajo presión.


El regate es una habilidad esencial para cualquier atacante en el fútbol. Con práctica constante, perfeccionamiento técnico y una buena lectura del juego, podrás convertirte en un regateador efectivo que constantemente crea oportunidades para su equipo.